Después de mi primera experiencia como voluntario en Islandia y una segunda en Australia con SCI, siglas de Servicio Civil Internacional, repetí por tercera vez ya que en un proyecto medioambiental de reforestación en Mongolia.

Tras hacer todos los trámites de permisos y visados aterricé en mayo de 2017 en Ulán Bator, vía Estambul y con parada técnica en Kirguistán, la ciudad con amplitud térmica más alta del planeta, desde los -40 grados en invierno hasta los más de 40 en verano, el territorio de Gengis Kahn.

Panorámica de la capital desde el memorial a los soldados que lucharon en la II Guerra Mundial contra los nazis.

La ciudad es sorprendente, una mezcla entre edificios modernos y centros comerciales como en cualquier país occidental en la zona centro, monasterios budistas mezclados con las típicas construcciones de la época soviética y en las afueras lo más sorprendente, rodeado de gers, las típicas cabañas tradicionales nómadas, que algunos a pesar de tener casas de ladrillo preferían seguir viviendo en la construcción tradicional.

Centro de Ulanbaatar y edificio del parlamento con la estatua de Gengis Kahn y el fundador de la ciudad Sukhbaatar.

El objetivo del voluntariado era continuar con el trabajo de reforestación de años previos en una zona a unos 80-90 kms de la capital, en mitad de la estepa, sin agua corriente, calefacción, internet…Allí llegamos un holandés, 2 surcoreanas, 2 hongkonesas, nuestra coordinadora, Amraa, de Mongolia y posteriormente poco a poco fueron acudiendo japoneses.

La primera actividad antes de acudir al lugar de trabajo tuvo lugar en un instituto a las afueras de Ulan Bator donde pudimos compartir una actividad medioambiental relacionada con el ahorro de agua y la plantación de árboles con adolescentes de 13 y 14 años.

Actividad con escolares en un instituto a las afueras de Ulán Bator.

El alojamiento era una casa de bloques de hormigón con 2 habitaciones enormes y una sala multiusos, del frío que hacía daba la sensación de entrar en una nevera, luego la cocina estaba en la parte alta de la finca y eran 2 contenedores de barcos de 40” adaptados perfectamente, hacían sus funciones de cocina y comedor, la verdad que muy logrado y muy agradable cuando el sol entraba por las ventanas y calentaba la chapa… pero cuando no…era otra nevera, supongo que en pleno verano con temperaturas de más de 40 grados sería un auténtico horno.

La primera noche del frío que hacía, a pesar del saco de dormir y las mantas me fue imposible casi dormir…pero eso no volvió a pasar, la noche siguiente me prometí que no pasaría frío y recordando las bolsas de agua caliente del pueblo que me ponía mi abuela en invierno… busqué una botella de plástico de Coca Cola que llené con agua hirviendo, la metí en el saco y… calefacción integrada hasta la mañana siguiente, así cada noche.

La vida en la estepa durante la primavera es asequible para cualquiera que no esté acostumbrado a tanta amplitud de temperatura, por la mañana nos levantábamos sobre las 9, subíamos a los contenedores adaptados como cocina y  durante el desayuno se asignaban las tareas, las personas que se encargarían de hacer la comida, de limpieza o las que se irían a trabajar al campo.

El encargado de las labores en el campo de trabajo era Baatar, el vecino, vivía con su mujer y sus hijos en el ger al lado de nuestra casa, también tenía 2 perros mastines mongoles y 12 vacas, a las que cada mañana las daba suelta para que se fueran a comer y por las tardes para recuperarlas era un suplicio porque había que ir a buscarlas a kms de distancia, para ello se servía de la mitad de unos prismáticos viejos a modo de catalejo, con eso podía distinguir a la distancia entre los caballos y las vacas, los días que fui a ayudarle al no hablar prácticamente inglés nos entendíamos por gestos, cuando veía las vacas decía, Cow! Cow y Muuuu y cuando eran caballos se ponía las dedos en la cabeza simulando las orejas y empezaba a saltar… Todo un personaje, le encantaba venirse a comer con nosotros, a desayunar, a cenar… se bebía las cervezas, vamos, que estaba como en su propia casa. También hubo ocasiones en las que era al revés y nos invitaba a su ger a tomar té, a degustar la comida típica de Mongolia y la verdad que es algo increíble y sorprendente.

Durante los 2 días de descanso pudimos sentir en nuestras pieles la auténtica vida nómada, estuvimos dos noches conviviendo en Gers con una comunidad en un valle entre montañas compartiendo su estilo de vida, de ahí partimos de excursión a la antigua capital del imperio mongol, Kharkhorin, se trata del más antiguo monasterio budista de Mongolia, un lugar totalmente recomendable por la historia que arrastra.

Entrada al monasterio Erdene Zuu.

A la vuelta también hicimos una parada en el pequeño Gobi, un desierto que se asemeja al Gran Gobi, el cual se encuentra a 3 días en coche desde donde estábamos, pero nos sirvió para hacernos una idea de lo que supone.

Dromedarios en el valle de Karkorin

El último día lo pasé de nuevo en la capital y pude recorrer a pie las partes más interesantes que me faltaban pero también asistir a una obra de música y baile folk típico de Mongolia, concretamente en el Tumen Ekh theatre, un espectáculo total. Aquí os dejo esta referencia por si os interesa.

Espectáculo de música y baile tradicional de Mongolia.

Aquí os dejo el vídeo de la aventura, espero que os guste!!!

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