Enilchek, de la gloria al apocalipsis.

Finales de enero de 2023, pleno invierno en Kirguistán con temperaturas de hasta -27º, no teníamos nada mejor que hacer que organizar un viaje y trata de llegar a Enilchek, el último pueblo habitado del valle en la frontera con China y a más de 100 kms de la civilización.

Vistas de parte del camino a Enilchek.

Para llegar allí había que cruzar un paso de montaña a más de 4000 metros y pedir un permiso especial de autorización previo y que hay que entregar en un check point militar en lo más profundo del valle, en el cual 2 soldados y un suboficial pasan semanas enteras durmiendo en una cabaña y un par de casas prefabricadas esperando el relevo.

Vista cenital de Enilchek.

Nuestra ruta comenzaba en Karakol, la ciudad más cercana a más de 100 kms de nuestro destino, habiamos alquilado un Jeep Wrangler que aparentemente era ideal para la aventura pero el día antes una de las suspensiones añadidas que llevaba se cayó al suelo y no pudimos repararla, como no había tiempo ni forma y renunciar al plan tampoco entraba en nuestras posibilidades decidimos seguir adelante.

Principio y final de convoy con el Jeep y el Montero remolcado.

Esta vez nos acompañaba mi amigo Stanislav, que en otra ocasión anterior también me acompañó como guía, también venía Dima, un ruso que vivía en Cholpon Ata con su Mitsubishi que me daba un poco de tranquilidad por si acaso nos quedábamos tirados y confiaba en que tuviera experiencia para conducir en estas condiciones tan adversas que nos íbamos a encontrar, pero también nos acompañaban los padres de Stanislav, ya que su madre se crió de niña en Enilchek y en 30 años jamás había vuelto.

El hecho de llevar de vuelta a alguien que había visto la ciudad en todo su esplendor y ver ahora la situación de abandono y ruina era algo muy interesante, aparte de recorrer las calles, los edificios y reencontrarse con algún compañero de colegio.

El día de la ruta la mañana amaneció gris y muy fría, las carreteras que conectaban los principales pueblos y más transitadas estaban aceptables para circular pero en el momento que tomamos el desvío para la única carretera que lleva a Enilchek la nieve llegaba casi a la puerta del coche y las rodadas de los coches estaban marcadas, aún no habíamos puesto las cadenas y circulábamos con ruedas nieve, Dima abría camino y nosotros detrás.

A poco más de media hora cuando el camino ya se empinaba la nieve llegaba casi al guardabarros del coche y en una curva el coche de Dima se bloquéo y se quedó medio girado en el camino, intentó sacarlo y cada vez se resbalaba más hacia la garganta por tanto decidimos poner las cadenas, en su caso llevaba unos plásticos con pinchos que ataba con una cincha a la rueda, el caso que como cuando tienes tos y te rascas los…y en nuestro caso que estábamos detrás teníamos dos cadenas nada más para las cuatro ruedas.

Cambiando las cadenas al Jeep.

Estuvimos cerca de media hora intentando tirando hacia atrás para arrastrar el coche y que entrara en la rodada y poder continuar, el plan no funcionaba, además añadido a que una de las suspensiones de nuestro coche estaba rota…y cambiamos el plan, intentar con nuestro coche ponerle delante del suyo y tirar desde delante.

Entre lo estrecho que estaba y el chapatal que se había formado ya de tantos apretones cuando pasé por allí el coche se empezó a resbalar y estuvo a menos de 20 cms de chocharse con el otro…y esto fue nada más empezar! Nos quedaban 90 kms o más para llegar al destino, si el asunto allí estaba así no quería pensar en el paso de 4000 metros que teníamos que cruzar y si habría habido avalanchas…

Con la nueva estrategia empezamos otra vez a colocar las eslingas para tirar y el truco que mejor nos resultó es poner las dos cadenas en la parte derecha del coche que era hacia donde estaba inclinado, antes estuvimos intentándolo con ambas cadenas en las ruedas delanteras y traseras y no funcionó.

Finalmente y después de más de una hora lo conseguimos y emprendimos la marcha hacia nuestro destino, ahora ya no era Dima el que iba en cabeza, me tocó abrir camino porque con la cantidad de nieve que había ni siquiera se veía y todo ello con la incertidumbre de lo que nos íbamos a encontrar…yo dije que como nos pasara lo mismo directamente nos dábamos la vuelta porque no habría fuerza ya para bregar con la nieve y el hielo…

Por aquí nuestro amigo ruso ya podía circular sin ayuda…:-)

Lo que en condiciones normales hubiera sido un viaje de 4-5 horas se convirtió en más de 8, pensábamos estar en Enilchek para la comida pero hasta el anochecer no conseguimos llegar, durante el resto del camino sólo hubo que apartar nieve una vez por una pequeña avalancha en lo alto del paso y una vez en el valle pasado el check point militar las condiciones eran ya bastante aceptables dentro de lo que es aceptable para un lugar así.

Estas es la traducción de Svetlana Ostanina de alguno de sus recuerdos:

Svetalana con un antiguo compañero del colegio y la nueva generación que resiste.

«Yo estaba en el valle de Sary-Jaz, en el pueblo de Enilchek, en 1979. En ese momento yo estaba en sexto grado. En ese momento, desde Karakol viajaban camiones «Krazy» al pueblo, que llevaban combustible diesel. Usamos estos camiones para llegar allí. El camino era muy difícil y peligroso. Tuvimos que superar 12 serpentinas a gran altura en un camino muy estrecho, especialmente peligroso en invierno. Ahora el camino se ha ampliado, es bastante diferente. La primera impresión de la zona fue como si estuviéramos en la luna: montañas rocosas escarpadas, rocas, escasa vegetación.
En aquella época, el pueblo en sí estaba bastante animado. Había una planta de extracción de oro, una escuela de 8 años, una guardería, un centro médico, una tienda, una casa de baños y casas residenciales. La gente vivía y trabajaba. Ahora la planta está cerrada, no hay trabajo, la gente empezó a irse.

Instalaciones y parque de juegos del nuevo colegio.

Ahora sólo viven allí 32 familias. Pero en un futuro próximo, como dicen los antiguos residentes, está previsto reanudar el trabajo en la planta, abrir una escuela de 11 años y mejorar el nivel de vida en el pueblo.»

El próximo alcalde de Enilchek.

Con el cierre de las minas la población se redujo de 5.000 a menos de 20 familias. Aquí se pueden ver muchos bloques de pisos abandonados, casas, escuelas, hospitales, parques infantiles y muchos otros edificios, incluso una pista de aterrizaje y un aeródromo.

Vistas de las minas y del paisaje que rodea Enilchek.

La región es rica en yacimientos minerales como tungsteno, molibdeno, estaño y otros metales. 

A día de hoy hay intentos por parte de compañías chinas de reabrir las minas, una de ellas se puede visitar en su totalidad, es un túnel de unos 2,5 kms de profundidad y el cual está en perfecto estado de conservación, lo único que cuando entramos la temperatura era de unos -16 grados y al final del túnel donde no pudieron seguir excavando la temperatura se acercaba a los 50º. Un contraste de temperatura de 66, al final del túnel toqué la pared donde pegaron los ultimos uñarrazos y no aguanté mas de 5 segundos, pensaba que la chaqueta se iba a deshacer…y la linterna de mano en mano porque se calentó como las puertas del infierno.

Túnel de una de las minas.

En ese punto tuvieron que dejar de excavar, aparte de que el calor era insoportable añadido a la falta de oxígeno y ventilación pero es que encima había riesgo de que se inundara el túnel porque por ahí pasa un río subterráneo, en cuyas aguas termales nos estuvimos bañando el día siguiente.

Actualmente Enilchek sigue sobreviviendo gracias a la ganadería,  pero algun paisano se ha lanzado a abrir alojamiento turístico donde alojar a la cada vez mayor afluencia de turistas.

Y aquí no acaba la historia porque habrá que volver!

Esta perra se acordaba de mí del anterior viaje y tenía nuevo compañero, unl cachorro de taigan kirguís. En las montañas del fondo de la foto la semana anterior a nuestra visita consiguieron ver a un leopardo de las nieves cazando ibex.

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