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Andulereando con Pincho por Zamora, Lugo, Asturias y León

Después de viajar por diferentes países, unas veces acompañado, otras en solitario y otras improvisando durante el camino por si encontraba compañía… ahora tocaba innovar y nada mejor que viajar con el nuevo miembro de la familia, un Border Collie de 6 meses que se llama Pincho.

Aprovechando el buen tiempo que en los últimos años deja el mes de Octubre nos cogimos la ruta de la plata desde los Ibores hasta cerca del lago de Sanabria, concretamente nos alojamos en Lubián, una casa rural de las pocas que admiten mascotas en la zona.

Pincho controlando el lago de Sanabria.

Es un pequeño pueblo al lado de la autovía, de arquitectura popular, casas de piedra y en el bar sólo se hablaba de castañas y de jabalíes…pero con un acento y un dialecto medio gallego, medio castellano…vamos, que podríamos decir que estábamos en San Martín de Trevejo perfectamente.

Por la mañana temprano, con todo lleno de hielo, después de desayunar y de un chupito de aguardiente para subir la temperatura hicimos la primera parada, recorrimos el diámetro del lago de Sanabria, el lago glacial más al sur de Europa.

Pincho-lobo en el lago…

Muy cerca y menos conocido también un lugar que bien merece un paseo, la laguna de los peces  en la que hay varias rutas para practicar senderismo.

La laguna de los peces.

Las vistas que se aprecian tanto en la subida como en la bajada son espectaculares y hay un mirador desde el que se ve todo el lago, cuidado con las curvas, el hielo y los animales sueltos, vacas y caballos…cuando nosotros subimos estaba casi nevado, el perro patinó sobre hielo por el ansia de coger los palos que le iba tirando.

Pincho patinador.

Al día siguiente amanecimos en Barreiros, lo que llaman el Benidorm gallego, justo al lado de Foz y a tiro de piedra de la Playa de las Catedrales que era el objetivo a visitar, pero lógicamente la elección fue por la gastronomía, pulpo, mejillones, navajas… de lo mejor que he probado, se me caían las lágrimas!

Pincho revisando el terreno para pastorear las gaviotas.

Lo bueno de ir fuera de temporada es que te puedes encontrar una playa para ti solo y así fue como Pincho se pasaba la mañana entera pastoreando gaviotas y bañándose desnudo, sin pereza ninguna, en el Cantábrico.

Pincho playero.

Cuando estaba por allí llamé a un amigo que suele veranear en Foz para que me recomendara un restaurante bueno, el que me dijo estaba completo pero me dio el nombre de otros dos más que le habían dicho que estaban bien, el caso, que llamé a uno en Burela para reservar, se llamaba Os Remos, mientras hablaba para reservar se oía bastante jaleo y dije, pues sí, pinta bien, me voy a comer un rodaballo hoy… el caso, que voy para allá todo emocionado y cuando entro me encuentro, no sé si eran latinos o africanos, 7 u 8 jóvenes ya agusto, bien agusto, y un paisano gallego que no engañaba a nadie mucho más agusto todavía… y claro, ya una vez dentro y habiendo dicho que había reservado me dio vergüenza irme, pedí que me pasaran al salón para comer, allí el comedor todo para mí, de la época de Cuéntame, sillas de las que se pegan a los pantalones, mantel de papel, platos Duralex y cubertería de Albacete…  o sea que el rodaballo soñado al final se convirtió en una sopa de pescado, unos calamares fritos y un café, con su correspondiente Estrella Galicia, peeeeeeero al final…relación calidad precio de 10…el mismo que la cuenta, por 10 euros todo, por eso perdoné a mi amigo…

Pincho en las Catedrales.

Luego ya investigué el motivo de que hubiera tanta gente extranjera allí y no es otra que por las campañas de pesca, sobre todo en Cabo Verde, muchos de ellos fueron contratados por los pescadores y muchos de ellos se vinieron a vivir a Galicia, llevan al menos dos generaciones instalados y adaptados como uno más.

Continuando con la ruta pasamos a la frontera de Asturias con Lugo, el Valle Oscos, pura naturaleza y pueblos que han respetado tanto sus tradiciones como su arquitectura.

Pincho se va de parranda.

Destaca Taramundi, pueblo ejemplar y famoso por sus navajas, pero el sitio real, auténtico donde se hacen es Mazonovo, allí me contó el herrero, un holandés retornado que mantienen esa construcción a través de una asociación de artesanos, se trata del único mazo que movido por la fuerza de agua y junto con la herrería continua en pleno rendimiento, es un auténtico espectáculo ver funcionar esa maquinaria tan antigua y las virguerías que consiguen hacer manipulando el hierro fundido.

Exterior del mazo y el molino.

Por cierto, compré una navaja y resulta que el herrero era de Villanueva de la Serena…digo yo, que algo se le pegaría de las navajas de Don Benito, ahora que se quieren juntar y ser un pueblo nuevo más grande! 

Interior del taller.

En Taramundi para comer no era fácil encontrar sitio con el perro, ni siquiera servían en terraza, después de tomar unas cervezas al sol disfrutando de las vistas  entré en uno y lo normal es pedir una fabada… pero como ponen cantidad pa tío Juan y los muchachos pensé, la fabada que sobre para el perro, y así fue, le dije al camarero que me la guardara en un tupper y ahora va y me dice que no, que solo ponen para llevar el segundo plato!

Vamos, no me extrañaría que ese fuera capaz de echarla otra vez al perolo y para el siguiente…muy mal por su parte, os digo el restaurante porque igual que lo bueno hay que contar lo malo, Restaurante Petronila.

Pincho Taramundeando y mirando como se queda sin fabada.

Afortunadamente al día siguiente fui a parar al Restaurante La Cerca, en Santa Eulalia de Oscos, una maravilla de sitio, de decoración, restauración del edifucio y lo que más el servicio, al no haber mucho turismo y ser entre semana no tenían mucha variedad, pero el dueño se ofreció a cocinar productos de temporada, setas con jamón, tabla de embutidos, de postre arroz con leche de su madre…y para rematar cata de aguardiente, os lo recomiendo porque es increíble.

Decoracionn del restaurante La Cerca. Restaurante la Cerca.

Estuvimos un buen rato hablando y me recomendó una visita a un pequeño pueblo que estaba al lado, que no sale en las guías, por eso hay que hacer muchas veces caso a los autóctonos y preguntar…se llama Pumares, aquí os dejo una foto:

Pumares.

Ya de camino de vuelta a casa aún quedaban 2 paradas interesantes, la primera de ellas el Cañón del Rio Sil en plena Ribeira Sacra, flanqueado por terrazas de vides de las que salen los famosos vinos blancos albariño y ribeiro y también el orujo para las caimadas y las cremas.

Pincho en el Sil.

En octubre, con el otoño ya adelantado y con un sol que hacía que pareciera verano el contraste de colores era alucinante, la zona me recordó mucho a las plantaciones de té de Sri Lanka que también están cultivadas de la misma manera.

Plantaciones de vid en terrazas y el Río Sil.

Y por último para acabar la ruta tocaba parada en las Médulas, declarado Patrimonio de la Humanidad, son antiguas minas de oro de la época romana, extraían el mineral inyectando agua a presión en las montañas, el paisaje tan característico que ha quedado es consecuencia de esa explotación, decidí hacer la ruta circular en la que te encuentras con explotaciones de castaños, algunos de ellos centenarios, bien creo el otoño es sin duda la mejor época para visitarlo. La foto de portada del post es de ahí.

Pincho mirando a ver si queda algo de oro de los romanos.

Aquí os dejo el enlace con la ruta de los lugares visitados, para mí imprescindibles a los que sólo hay que añadir más que por cuestión de tiempo no se pudieron visitar.

Se me olvidaba otra recomendación, O Cebreiro, un pequeño pueblo que es parada del camino de Santiago y que siempre sale en la tele cuando hay temporal de nieve…Es como cuando en Sevilla hace calor pero al revés. Por cierto, volveré a viajar con Pincho, se portó muy bien siendo cachorro de sólo 5 meses, cuando crezca y sea más responsable solo puede mejorar…y ojalá hubiera más alojamientos que permitan la entrada a mascotas.

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